EL PRESIDENTE ALVARO URIBE VELEZ Y LA PAZ

EL PRESIDENTE URIBE VÉLEZ puede hacer la paz. Primero, porque tiene decisión, que es la determinación de un individuo de hacer algo; -se dice que, lo que se propone, lo cumple o lo consigue-. Entonces, ¿por qué no ha conseguido la paz?: por la sencillísima razón que el Presidente, espera una victoria contundente. Hecho que no es posible desde el punto de vista militar. Para un inmediatista con fecunda determinación, las cosas se resuelven de inmediato sin tantos ambages, y esa es la posición del Presidente. Tal victoria en el terreno militar, solo es posible en un teatro de guerra accesible completamente por los medios de guerra y copable militarmente en su extensión geográfica. Tal vez los generales colombianos no hayan asimilado la interesante enseñanza, del más curtido de los historiadores de la guerra moderna, precisamente un Norteamericano, -Roger Taber-, quien en su libro "La Guerra de la Pulga", señala la inoperabilidad del armamento pesado, en las regiones selváticas del Sudeste Asiático, donde la manigua es menos densa, un 50% -y 3 o 4 veces inferior en extensión a la comprendida en la zona de la MACARENA, LLANOS DEL YARY, CAQUETANIA y la ZONA SELVÁTICA DE LA AMAZONÍA. Ahora bien, es cierto que, la experiencia histórica, nos muestra derrotas contundentes de movimientos guerrilleros en América Latina, pero tales ejemplos excepcionales, ocurrieron en Argentina, Uruguay: Montoneros y Tupamaros, en razón a que estos movimientos fueron fundamentalmente urbanos; la zona de combate fue copada militarmente por el ejército regular, la policía y los cuerpos de seguridad del Estado, bajo una intensa represión a la sociedad civil, que en efecto pudo realizar una dictadura, no un gobierno democrático. Esa es la experiencia de Argentina y Uruguay, del E.R.P. -Montoneros y Tupamaros: dos líneas de acción, confrontación militar en todos los frentes y propaganda contrainsurgente en toda la línea de acción-. No es el caso colombiano, donde el movimiento insurgente es fundamentalmente rural.
En el caso colombiano, tal política puesta en práctica durante los últimos siete años, solo ha servido para recuperar la franja media entre las grandes ciudades y las zonas adyacentes con la frontera selvática. Lo cual es ya de por si, un excelente resultado. La Guerrilla ha regresado a su teatro operacional de la guerra iniciatriz. Como si empezara, - cuando ya lleva 40 años: -Ha regresado a sus reductos ancestrales, perdiendo la guerra de posiciones que parecía consolidada en vastas regiones del país-. La diferencia con estos países radicó, en que los alzados en armas en aquellas naciones eran guerrilleros urbanos y su teatro de operaciones: las grandes ciudades.
Colombia es un país sui géneris: tiene la geografía más variada del planeta, con macizos montañosos de gran espectro y con una extensa zona de laderas y grandes cañones donde no es posible mantener un control. Aquí se pueden montar 10 frentes guerrilleros, como se montaron 5-6 frentes paramilitares en 3 o 4 años; luego, es la diversidad del terreno, lo que hace imposible la liquidación de estos focos, pues allí no opera la caballería mecanizada y el bombardeo teleguiado con sensores de control de temperatura que permite ubicar personas utilizando la posición satelital, resulta sumamente riesgosa contra la población civil.
La Sierra de la Macarena, el Tapón del Darién, los Montes de María, la depresión Momposina y la extensa frontera selvática del sur del país, serán siempre terrenos fértiles para la gestación de grupos armados, de no cambiar las condiciones de vida de los pobladores incorporándolos a la vida productiva y permitiendo la realización de sus expectativas en todos los niveles del desarrollo social.

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