A EDUARDO ESPINOSA MI AMIGO DE INFANCIA

Arcabuz y zaetas
para un corazon hermano,
ide ignotas edades,
que el tiempo borró.

Como el niño aquel,
que la pelota pierde,
del Arquero invencible,
derrotado se fué.

Detrás quedó,
la figura del viejo señor,
afable, la bondad de su cara
un rictus de risa fingida esgrimió.

Tal ves, los tauretes
del viejo café,
esperando el encuentro
de añejos amigos,
hubiera devuelto a los niños
ya viejos, mil hazañas de ayer..


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